viernes, 9 de diciembre de 2016

PLASTICOS SI, PERO....

Mira a tu alrededor. ¿Cuántas cosas de plástico ves? Desde el móvil u ordenador donde estás leyendo este mail, hasta la botella con la que te refrescas del calor del verano, pasando por bolis, muebles o ropa sintética. El plástico nos rodea, y ha inundado nuestra vida desde hace ya unas décadas, por su bajo precio y flexibilidad. Pero tienen un punto negativo: han venido para quedarse. Una vez que se acaba su vida útil, pueden tardar varios siglos en descomponerse. Se estima que el hilo de pesca, por ejemplo, tarda 600 años. Si esto lo sumamos al creciente aumento de su uso, las cifras se escapan a nuestra imaginación. Aproximadamente ocho millones de toneladas de plástico entran cada año en nuestros océanos. Esto es, cada segundo llegan 200 kilos de plástico al mar. ¿Cuáles son las consecuencias? En el mar, las piezas de plástico más grandes dañan los ecosistemas marinos al provocar enganches y asfixia. Además, esos trozos más grandes se irán fragmentando por el oleaje y la luz del sol en trozos cada vez más pequeños que pueden ser ingeridos por los peces. Se ha comprobado que bloquean su intestino y afectan a sus patrones de alimentación y reproducción. Además, tienen la capacidad de liberar y atraer sustancias químicas tóxicas, agravando el daño. Pero sus consecuencias no se quedan en la fauna marina. Una vez que han sido ingeridos por peces, pasan a formar parte de la cadena alimentaria, pudiendo llegar hasta el ser humano. Aunque aún queda mucho por investigar y no se puede afirmar categóricamente que hay efectos en las personas, el riesgo es evidente. Incluso Naciones Unidas apunta a estas lagunas de conocimiento y a la necesidad de tener más datos. En definitiva, los plásticos en los océanos no son solo un problema de residuos flotando en el agua y en el fondo marino, sino que son una bomba tóxica que está trepando por la cadena alimentaria. Es urgente que se tomen medidas, a todos los niveles, para poner freno a esta locura plástica. En nuestro día a día podemos cambiar nuestros hábitos para reducir el consumo de plásticos y buscar alternativas. Y también debemos exigirle al Gobierno que tome medidas, como la implantación de un sistema de retorno de envases o la limitación de las bolsas de plástico, que están resultando exitosas en otros países. ¡Entre todos y todas podemos conseguirlo!

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